sábado, 23 de octubre de 2010

una historia real de dos personas reales

David y Miguel Ángel eran primos. Es más, más que solo primos, eran los mejores amigos. David era tres años mayor que Miguel Ángel pero iban juntos a todos lados, jugaban juntos, peleaban juntos, coleccionaban las "pepsicards" y las estampas de Dragon Ball Z.

Para David no había más deporte que el foot ball y le enseñó a Miguel Ángel a jugarlo. Para Miguel Ángel el deporte era el base ball y pronto contgaió a David su gusto por el "rey de los deportes" de suerte que cada vez que jugaba el equipo de baseball de su ciudad, conseguían pases gratis en las oficinas del periódico local para ir a los partidos.

Si contara todas las peripecias vividas por David y Miguel Ángel me largaría mucho y me desviaría del propósito de esta narración. Pero téngase en cuenta que fueron muchas, unas muy divertidas, algunas peligrosasy algunas hasta dolorosas como la que sigue.

Sucedió en uno de esos días en que el equipo de baseball local tenía tan poco suceso que el periódico regalaba boletos para que la gente acudiera. Como casi siempre, Miguel Ángel y David consiguieron los boletos y luego se infiltraron hasta lo zona de los palcos, al lado del terreno de juego, junto a la primera base.

En un batazo "de foul" el primera base no alcanzó la bola que rebotó con gran fuerza en la arcilla y fue a parar al pecho de Miguel Ángel, causándole un dolor indescriptible, por lo cual no lo describiré, pero muy imaginable, por o cual ya podrán saber qué tan grande fue el dolor.

Mientras Miguel Ángel tenía dificultades para respirar y se sentía morir, David no dudó en dejarlo como estaba para ir a recoger la pelota fatal, para lo cual tuvo que golpear además a otros tres chicos que intentaban hacer lo mismo.

Al poco tiempo, cuando aquel percance que fue digno de ser comentado en la radio, no era más que anécdota, Miguel Ángel se fue de la ciudad a estudiar y se vio separado de su amigo. Algunos años después no solo se fue de su ciudad sino incluso tuvo que salir del País, donde recibió la noticia que su buen amigo tenía una enfermedad incurable.

Unos meses más tarde Miguel recibió la triste noticia que David había fallecido a causa de esa enfermedad, y sufrió otro dolor, esta vez inimaginable al saber que David había preguntado por él en su lecho de muerte y él no pudo estar presente tampoco en los funerales.

Pasaron varios años y aquella anécdota de la pelota y el baseball dejo de ser anécdota para convertirse en un recuerdo cuyo único testigo era la pelota que David había guardado por años, pero que ya nadie sabía donde estaba.

Un buen día, trece años depués, Miguel Ángel revisaba una caja que llevaba años sin abrirse, donde habían guardado algunas pertenencias de su difunto primo y amigo, y cual no fue su sorpresa al encontrar precisamente aquella pelota que golpeara su pecho en una tarde de baseball.

Y aquí al parecer nos encontramos de nuevo ante una emoción indescriptible. Los recuerdos corrieron y se abultaron en la mente de Miguel, quien con la pelota al lado puso por escrito en su blog la historia de estos sucesos. Sinceramente no fue la mejor narracion que había logrado... incluso a sus ojos no parecía muy interesante, pero no le cupo duda que debía publicarla al menos como un homenaje a su buen amigo.

Una historia real de dos personas reales. Tan reales como el que escribe... tan reales como la muerte, pero tan viva como los recuerdos y sobre todo el recuerdo vivo de un ser querido que ya no está.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Deambulando, divagando

Salgo de la casa como a las seis de la tarde. Camino primero sin rumbo fijo. Luego, decido pasar por la plaza. Si me pidieran que con un par de pinceladas describiera la tarde, la primera sería de un gris perla para el cielo, y con la segunda trazaría una leve cortina de humo blanco para la neblina.

Y hablando de pinceladas, mientras camino, pienso en las escenas de la vida. Si, desde los cuadros llenos de dedicación y técnica como podría ser el de una pareja jurándose fidelidad eterna ante el altar, como los más ordinarios y sencillos, como el de un franelero sentado al borde de la acera.

En mi paseo de esta tarde he tenido ojos solo para un par de lienzos vivos. El primero me lo ofreció el clima mismo. Una tarde más o menos nublada, una neblina tímida como espiando detras de la cortina. Humedad en el ambiente. Y seriedad... mucha seriedad. O más que seriedad, quizás indiferencia. En resumidas cuentas, un cuadro frío, sin mucha expresión. Uno de esos cuadros que sirven de adorno, pero en el que rara vez te detienes a observar la composición.

La seunda escena me sacó de mi "enmimismamiento" para comenzar a mezclar los colores y trazos del segundo cuadro.

Atravieso por el frente del area de urgencias de un hospital. Hay mucha gente. Hombres, mujeres, taxistas. Prácticamente no hay niños. Unos sentados en el suelo, otros de pie recargados contra el muro, algunos más dando nerviosos y cortos paseíllos. Mis ojos se detienen un instante ante una mujer que llora casi sin poder ya llorar. La rodean algunas personas que intentan consolarla. Uno le toma el brazo, otro le da palmaditas en la espalda.

En los ojos de todos se lee lo mismo: cansancio, ante todo cansancio, pero también preocupación. Y también, aunque muy sutilmente, resignación.

Y este último destello me lleva en pensamiento a la celebración tan mexicana del día de muertos. Fiesta con sabor a antiguo. Fiesta de flores amarillas y papel de China color morado. Pero fiesta también que habla de resignación. No es fiesta de la muerte, porque como diría Arjona en su canción, "Y es que aquí, (en México) lo que se ama nunca muere". fiesta, pues, de resignación y esperanza.

Algunas horas más tarde y casi sin darme cuenta, me encuentro de nuevo ante la puerta de mi casa. Creo que al final de mi caminata por las calles calladas he encontrado el motivo general de mis cuadros. Si tuviera que dibujar un lienzo con las escenas vistas hoy, sin duda lo llamaría, "Se acerca el día de muertos"

Toco la puerta... me abren... entro y comienzo a traducir a tinta mis pensamientos.

jueves, 7 de octubre de 2010

Cuando brilles

A continuación les comparto otra de mis poesías. Esta la hice también en Roma y para ser sincero es de las que más me gusta. Creo que tiene algunas imágenes buenas. La idea es la de presentar la muerte desde una perspectiva cristiana, pero también realista. Me gusta mucho la idea de "La Muerte" que ha sido herida de muerte... bueno, espero que sea del agrado de mis lectores...



Cuando brilles
Cuando brilles oh Luna, princesa de la muerte
sobre mi cuerpo como campo desolado
sobre mi carne, enemigo conquistado
porque la vida ya no pudo detenerte...
Cuando me abraces con tu blanca luz inerte
como abrazas el páramo escarchado
cuando envuelvas mi cuerpo derrotado
con tu aliento frío, ferreo, fuerte
Mi alma escapara a la derrota
una Cruz velará sobre mis miembros
una Cruz que será guardian eterno
y en ella un Cristo... Fortaleza.. Roca
No vencerás Muerte silenciosa
pues ya alguien antes te ha vencido
siendo Muerte, de muerte te han herido
y nunca te alzarás ya victoriosa.

Una reflexión "al vuelo"

Frente a mi oficina, sobre las escaleras que van al segundo piso, había un nido de golondrinas. 3 polluelos tenía el nido. Sobre una lámpara...