viernes, 14 de febrero de 2014

SAN(griento) VALENTÍN



In principio erat carminem... et carmen est vita hominum (En el principio existía la poesía y la poesía es vida de los hombre)


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Quiere el alma abandonar este cuerpo. Siento el hedor de la muerte envolverme, coquetearme y es porque tú no estás. ¿En qué maldita hora dejaste que el enemigo te sedujera? ¿Con qué artificios hizo que fijaras en él tu vista y te robó el alma?

Es de noche. Es noche y hace frío. Las estrellas de tus ojos se apagaron en mi cielo para brillar en otros espacios. El calor de tus abrazos falsos se disolvió como la niebla del mar al alba. Y ¿qué queda? Muerte, frío, noche, oscuridad. En esta negrura ni la luna hermosa tiene fuerza. La luna está triste. Ella lo sabía todo y siente lástima por mí.

Hoy vuelvo a mirar la muerte a la cara. No me deja ver tu rostro tan dulce, tan suave, tan mentiroso.
Ya no estás. Ya no existes. Te consumió la noche eterna. Sucumbiste. Soltaste mi mano y la muerte sin nombre quiere fundirse en mi alma.

Y mi corazón se resiste rabioso a la muerte. Quebraste mi voluntad que, impasible, espera el beso frío que la acabe. Pero el corazón aún palpita. Lucha. Se revuelca en su propia sangre con la mirada limpia aún de quien no conoce cálculos en la entrega.

¿Quién le devolverá el calor a mi cuerpo aterido? La noche y la muerte están acompañadas: un séquito de demonios se hace fuerte a su amparo. Y sé que vienen por mi… se que quieren verme muerto, los ojos vidriosos,  la mirada perdida y la boca una mueca de quien lucho hasta estando ya muerto.
Tu cuerpo de cristal revienta hecho pedazos y tú no te das ni cuenta. Vidrio barato te trituró y te tiene hipnotizada.

Quise salvarte. Quise yo morir en tu lugar, quise creer. Puse toda la luz que tenían mis ojos pero no fue suficiente. La sombra nunca iluminó a nadie y hoy se tragó déspota la luz de mi mirada.

Lloro. Quiero llorar. Lloro para que el sabor salado de mis lágrimas borre el sabor de tus labios en mi boca. Tus labios… ¡ah tus labios! Tus labios de ángel, tus labios que esbozaban una sonrisa traviesa que me hechizaba. Tus labios que vertieron veneno en mi boca.

¿por qué? ¿Por qué tú? ¿Por qué a mi? ¿Qué de malo te hice o en qué te causé aflicción para que así me pagaras? Estas preguntas me laceran. Me hieren igual que un martillazo en el dedo meñique.
Solo quiero que llegue ya el frío a mi corazón. No soporto verlo agonizante. No soporto ver sufrir a un inocente. Me rindo. Se rinde. Nos entregamos resignados a la muerte. Tú ya no estás.

Una reflexión "al vuelo"

Frente a mi oficina, sobre las escaleras que van al segundo piso, había un nido de golondrinas. 3 polluelos tenía el nido. Sobre una lámpara...