miércoles, 21 de septiembre de 2011

Por quién tocaron las trompetas

Hoy llegaron a mi ciudad, a Córdoba Veracruz, las reliquias de Juan Pablo II. Realmente no tengo tanto que decir. Simplemente me hicieron recordar. Esta mañana me acerqué a la Catedral de la Inmaculada Concepción en el momento en que se tenía la misa presidida por el obispo. No pude entrar. Estaba literalmente retacada de gente.

Me hicieron recordar. Recordé por ejemplo aquél 26 de noviembre de 2004 en que tuve la oportunidad de ver a Juan Pabo II en el Aula Pablo VI en el Vaticano. Recordé su figura cansada pero firme que entraba por aquel largo corredor. Recordé el esfuerzo profundo que hacía para pronunciar cada palabra. Recordé que le tuve a unos cuantos metros de distancia y se me enchinó la piel.

No pude entrar esta mañana a la Catedral, solo caminé un poco por el atrio y después me salí al parque. Y al ver la larga fila que hacia varias curvas y que podría incluso dar varias vueltas a la plaza seguí recordando. Viví de nuevo aquella experiencia de ver una fila de gente darle vuelta y media a la Plaza de San Pedro también en el Vaticano para pasar unos segundos delante de su tumba. Recordé las hileras e hileras de personas reunidas a lo largo de las calles del Distrito Federal en México para verle pasar en el Papamóvil.

Recordé mientras caminaba por la plaza y también me puse a pensar. Pensé que quien era capaz de seguir convocando tanta gente aun después de muerto. Pensé si no sería la Iglesia una de las pocas, si no es que la única organización que no necesita contratar gente para llenar sus "eventos". Pensé que a cuantas de esas personas que estaban ahí no les hubiera gustado verlo en vida y yo había tenido esa posibilidad. Pensé que los vendedores ambulantes que merodeaban por ahí gritando "lleve la foto con las reliquias" "como lo vio ahorita, lleve la foto" banderas del Vaticano, lleve sus banderas" quizá no sabían exactamente qué cosas eran unas reliquias.Y pensé más cosas.

Como a eso de las nueve de la mañana, en el mismo parque, algunas personalidades del gobierno local tenían un acto frente a una estatua de Miguel Hidalgo. Le colocaron una corona de flores mientras un policía hacia sonar la trompeta. Yo, como estaba lejos, no logré ver que era un acto cívico. Solo escuche la trompeta. Tocaba como se toca por un general muerto en batalla. Y lo relacioné con el difunto Papa.

Eso fue lo último que pensé. Y no solo lo pensé. Me enchinó la piel y casi me hizo saltar lágrimas de los ojos. Era como un último tributo dirigido a él. La gente le lloró y hoy que "visitaba" mi ciudad, también las trompetas le lloraban. Las trompetas tocaron por él como se toca por un general que había dado su vida, sí, hasta el último aliento de su vida, ahí, en el fragor de la batalla.

2 comentarios:

  1. Ciertamente, nos tocó vivir a este Beato Papa, y mientras le teníamos y continúabamos nuestras propias luchas, no valoramos y aprovechamos sus esfuerzos. Afortunadamente quedaron sus muchos escritos.
    Gracias Miguel! Sue

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  2. Gracias Sra Susi... de verdad que para mi fue invaluable verle tan cerca aun vivo y lo de ayer fue como para recordar que sigue apoyandonos de cerca... de más cerca ;)

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