jueves, 30 de julio de 2020

Una reflexión "al vuelo"


Frente a mi oficina, sobre las escaleras que van al segundo piso, había un nido de golondrinas. 3 polluelos tenía el nido. Sobre una lámpara de seguridad lo fueron a colocar los pajaritos. A diario veía como los padres golondrina, solícitos, alimentaban a los polluelos y ansiaba el día en que vería yo iniciar las clases de vuelo para los bebés. Ese día no llegó pues debido a la ingente cantidad de excremento golondrinil que se juntó en las escaleras, alguien viendo por los intereses de su propia especie quitó no solo el nido, quitó también la lámpara de seguridad quedando al aire sólo un mísero cablecito. Me percaté de ello cuando oí un gran alboroto de piares y revuelos. Mamá y papá golondrina buscaban a sus polluelos, buscaban su nido, buscaban la lámpara. Y ni lámpara ni nido ni polluelos encontraron. Sentí mucha tristeza y coraje pero ciertamente no hice nunca por limpiar la popó del piso, medida que hubiera evitado el embargo de la propiedad. Tras toda una mañana de ajetreo en que se veían claramente confundidas y hasta “enojadas” las golondrinas (atacaron a varios pajaritos repetidas ocasiones) noté que no dejaron de rondar su terrenito. Hoy he visto que nuevamente están haciendo nido. Todo el día han traído ramitas, tierra y qué se yo qué más materiales de alta ingeniería y el mísero cable ya no parece tan mísero. Mísero quien creyó que quitando el nido se irían las golondrinas y sobre todo quien no respetó a los polluelos. 
La reflexión al vuelo: no te quedes en el tamaño de tu pérdida. Enfócate en volver a construir.


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