sábado, 10 de agosto de 2013

Corazones inquietos (Una breve y medio cursi reflexión)

Hola de regreso a mis cuatro lectores (Don Armando Fuentes, me he agenciado esta frase tan suya... solo la frase, no a sus cuatro lectores, usted me disculpará) Veo mi blog y noto que mi última publicación es de febrero. Soy una vergüenza.

Desde ese día hasta hoy han pasado muchas cosas y me he sumergido en el mundo académico de una preparatoria de mi ciudad, adquiriendo experiencias y alguna que otra amistad que pinta que será buena. De esos días tengo muchos temas que contar, sin embargo hoy no trataré de ninguno de ellos.

Anoche fue noche de insomnio y entre las cosas a las que mi cerebro daba vueltas y vueltas surgió esto que a continuación les comparto. Está dirigido a una persona en particular. Está escrito para alguien, pero cambiando un poco la redacción, pienso que puede gustar y ayudar a más personas.

A lo mejor puede sonar demasiado cursi la frase. Quizá demasiado intensa. Pero me viene a bote pronto una reflexión y la quiero compartir contigo…

Hace muchos años vivió un hombre muy especial. De joven se entregó a toda clase de placeres y hasta desenfrenos pero, de una forma muy curiosa: Lo hacía tratando de encontrar la Verdad (sí, así con mayúsculas) buscaba lo que de verdad vale la pena. Fue un hombre muy sabio, que si bien, en su juventud no lo era tanto, las experiencias aprendidas le llevaron a adquirir sabiduría. Era ante todo un corazón inquieto.

¿Alguna vez has sentido la incertidumbre? ¿Has estado o has tenido inquieto a tu corazón? Pues así le pasaba a él. Se sentía inquieto. Buscaba fuera de sí y se arrojaba torpemente en las cosas que el sinceramente creía que le podían dar la paz y no lo conseguía.

Este hombre, ya lo has oído nombrar antes por mi, se llamó Aurelio Agustín. San Agustín para los cuates. Y después de muchos años descubrió que eso que buscaba su corazón inquieto era el Amor… así también, el Amor con mayúsculas. Una vez que lo encontró supo que era ahí donde por fin descansaría y compuso uno de los escritos más bellos y más conmovedores, a mi parecer, para los que inquietos vagamos en busca de algo grande:

Tarde te amé, belleza siempre antigua y siempre nueva. Belleza… ¿qué es la belleza? Belleza son unos ojos cálidos y juguetones. Belleza son unos labios dibujando una sonrisa. Belleza es el cuerpo, pero belleza es sobre todo el alma. Esa es la belleza siempre nueva, el alma, tus virtudes y tu fortaleza. Y la Belleza es el amor.

Tarde te amé, como si quisiera decir que tarde se dio cuenta que era eso lo que buscaba. Y he aquí que tú estabas dentro y yo afuera y afuera te buscaba bien… no seguiré con esto, basta decir que es hermoso cómo describe su búsqueda y encuentro del amor.

Y al final, que es a donde me trajo mi reflexión, el sintetiza esto en una frase: Nos hiciste (el se dirige a Dios) para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti. Fuimos hechos para el amor. En la biblia se nos dice que Dios es amor. Por tanto, fuimos hechos para el amor y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descanse en el amor.

Esto nos podría llevar a una segunda reflexión bien amplia pero que dejaré para otra noche de insomnio… qué o quién es el amor.

Tenemos un corazón inquieto. Me atrevo a hablar por ti, por nosotros. Yo sin duda. Tú, me imagino que también. Tenemos un corazón que tiene sed de amor, que está inquieto. Y en esa inquietud e incertidumbre buscamos seguridades y mostramos nuestras inseguridades. Nos gana el miedo, nos puede la desconfianza. Nuestro corazón está inquieto. 


Fuimos hechos para el amor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descansemos en él. No tengas miedo de querer y de ser querido. No tengas miedo de amar y de ser amado. Te garantizo que tu corazón por fin encontrará descanso.

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Una reflexión "al vuelo"

Frente a mi oficina, sobre las escaleras que van al segundo piso, había un nido de golondrinas. 3 polluelos tenía el nido. Sobre una lámpara...