Desde ese día hasta hoy han pasado muchas cosas y me he sumergido en el mundo académico de una preparatoria de mi ciudad, adquiriendo experiencias y alguna que otra amistad que pinta que será buena. De esos días tengo muchos temas que contar, sin embargo hoy no trataré de ninguno de ellos.
Anoche fue noche de insomnio y entre las cosas a las que mi cerebro daba vueltas y vueltas surgió esto que a continuación les comparto. Está dirigido a una persona en particular. Está escrito para alguien, pero cambiando un poco la redacción, pienso que puede gustar y ayudar a más personas.
A lo mejor puede
sonar demasiado cursi la frase. Quizá demasiado intensa. Pero me viene a bote
pronto una reflexión y la quiero compartir contigo…
Hace muchos años
vivió un hombre muy especial. De joven se entregó a toda clase de placeres y
hasta desenfrenos pero, de una forma muy curiosa: Lo hacía tratando de
encontrar la Verdad (sí, así con mayúsculas) buscaba lo que de verdad vale la
pena. Fue un hombre muy sabio, que si bien, en su juventud no lo era tanto, las
experiencias aprendidas le llevaron a adquirir sabiduría. Era ante todo un
corazón inquieto.
¿Alguna vez has
sentido la incertidumbre? ¿Has estado o has tenido inquieto a tu corazón?
Pues así le pasaba a él. Se sentía inquieto. Buscaba fuera de sí y se arrojaba
torpemente en las cosas que el sinceramente creía que le podían dar la paz y no
lo conseguía.
Este hombre, ya lo
has oído nombrar antes por mi, se llamó Aurelio Agustín. San Agustín para los
cuates. Y después de muchos años descubrió que eso que buscaba su corazón
inquieto era el Amor… así también, el Amor con mayúsculas. Una vez que lo
encontró supo que era ahí donde por fin descansaría y compuso uno de los
escritos más bellos y más conmovedores, a mi parecer, para los que inquietos vagamos en busca de algo grande:
Tarde
te amé, belleza siempre antigua y siempre nueva. Belleza… ¿qué es la belleza? Belleza son unos ojos cálidos y juguetones. Belleza son unos labios dibujando una sonrisa.
Belleza es el cuerpo, pero belleza es sobre todo el alma. Esa es la belleza
siempre nueva, el alma, tus virtudes y tu fortaleza. Y la Belleza es el amor.
Tarde
te amé, como si quisiera decir que tarde se dio cuenta
que era eso lo que buscaba. Y he aquí que tú estabas dentro y yo afuera
y afuera te buscaba bien… no seguiré con esto, basta decir que es
hermoso cómo describe su búsqueda y encuentro del amor.
Y al final, que es
a donde me trajo mi reflexión, el sintetiza esto en una frase: Nos hiciste (el
se dirige a Dios) para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse
en ti. Fuimos hechos para el amor. En la biblia se nos dice que Dios es amor.
Por tanto, fuimos hechos para el amor y nuestro corazón estará inquieto hasta
que no descanse en el amor.
Esto nos podría
llevar a una segunda reflexión bien amplia pero que dejaré para otra noche de
insomnio… qué o quién es el amor.
Tenemos un
corazón inquieto. Me atrevo a hablar por ti, por nosotros. Yo sin duda. Tú, me
imagino que también. Tenemos un corazón que tiene sed de amor, que está
inquieto. Y en esa inquietud e incertidumbre buscamos seguridades y mostramos
nuestras inseguridades. Nos gana el miedo, nos puede la desconfianza. Nuestro
corazón está inquieto.
Fuimos hechos para
el amor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que no descansemos en él. No
tengas miedo de querer y de ser querido. No tengas miedo de amar y de ser
amado. Te garantizo que tu corazón por fin encontrará descanso.
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