lunes, 13 de junio de 2011

Tus ojos y tu boca

Llueve. Es de noche. Es noche y llueve. Pero no es una lluvia torrencial. No, no es lluvia fuerte. Es lluvia tranquila pero constante. Larga. Interminable. Las gotitas caen melancólicamente. No golpean ni el suelo ni la hierba ni los cristales de las casas ni sus techos… los besan.

Y así como el agua besa la tierra… pienso en ti. Te veo recostada en mi pecho. Mis brazos te rodean. Quiero besarte. Te quiero besar y no puedo. Estás lejos. La lluvia sigue cayendo. Sigue acariciando los cristales, sigue abrazando el campo, sigue lloviendo.

Es de noche. Me encantan las noches. Llueve, me fascina la lluvia. Las gotas que caen me susurran tu nombre. No me lo gritan… porque es una lluvia melancólica. Es lluvia que arrulla. Y nada me arrulla mejor que escuchar suavemente tu nombre. Pienso en tu voz… tus ojos y tu boca.

Tus ojos grandes de limpio mirar. Tu boca fina, silenciosa, desafiante. Tu voz tímida al igual que tu sonrisa. Pienso en ti. La distancia se hace agua, como el agua tímida que cae hoy en forma de lluvia, y al igual que la lluvia, me susurra tu nombre.

Llueve y pienso en ti. Aunque no lloviera, pensaría en ti. Pero llueve y la lluvia me trae tu nombre desde el cielo. Desde alguna de esas nubes lejanas y grises. ¿Te llevara también a ti mi nombre la lluvia? Quiero abrazarte. No puedo. ¿Quisieras que yo te abrace? Quiero besarte. Tampoco puedo. ¿Dejarías que te besara? Miro como el agua besa la tierra.

Tus ojos y tu boca. Tus ojos son un poco como el cielo. Ventanas al infinito. Es fácil ver en ellos cuando va a llover… cuando hace un día soleado y cuando uno despejado. Son hermosos y profundos como el cielo de Castilla en una noche estrellada.

Tu boca. Tu boca me cautiva. Es firme. Es sencilla. Es sutil. Tus ojos y tu boca, hermosa combinación. Dios se lució contigo. Tu boca es como ver el horizonte en una mañana desde la playa… no sabes dónde acaba el mar y donde empieza el cielo. Así es tu boca. Así son tus labios. Desván de muchos secretos.

Termina de llover de manera imperceptible, como quien se queda dormido después de haber llorado. No se da uno cuenta. Y así como quien se quedo dormido está soñando… así yo. Ha terminado de llover y, de manera imperceptible, te sigo recordando. Tu nombre sigue en mi mente. Tú sigues en mis brazos, tu cara contra mi pecho. Volteas hacia mi cara. Veo tus ojos… veo tu boca… tus ojos y tu boca. Ya no sé si estoy soñando o si estoy pensando. Solo quiero seguir soñando… tus ojos y tu boca.

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