martes, 1 de marzo de 2011

Perdí el autobús (primera parte)

Oigo entre sueños la voz de mi madre que grita: ¡Miguel! y ya despierto vuelvo a escucharla. Faltan diez minutos para las siete de la mañana. Mi primer pensamiento: "ya perdí el autobús". Acto seguido me enojo un poco. Golpeo más o menos fuerte mi pierna mientras me cambio a toda velocidad. Salgo de la casa aun despeinado y hecho una pequeña furia por dentro... ¿Cómo no escuché la alarma, por qué no habrá sonado? doy vuelta en la esquina mientras hago cuentas mentales para saber de cuanto serán mis perdidas. Pasa un taxi, le hago la parada y subo.

Ya llegando a la central voy más tranquilo, el aire fresco de la mañana me ha tranquilizado un poco, pero aun así debo presentar un aspecto de recién levantado. Los párpados los siento pesados todavía. La chica del mostrador, además de ser muy guapa es muy amable y me explica como cambiar el boleto. Luego me riñe un poquito porque se ha "desperdiciado" un asiento que otra persona quería. No se lo tomo a mal. Lo ha hecho de manera simpática.

Ya con mi boleto en mano, vuelvo a la realidad de haber perdido el autobús. Mi mente comienza a trabajar a toda velocidad. Primero me vuelvo a enojar con... no sé ni con quien enojarme. Pienso que no es buena manera de empezar la semana. Voy de regreso a la casa pero esta vez voy caminando. Necesito caminar, necesito pensar, necesito...

Enseguida comienzo a pensar en la cantidad de veces que he tenido que viajar... pierdo la cuenta, son demasiadas. Vienen a mi mente las estaciones de trenes de Burgos, España; la de Salamanca, las de Italia: Gozzano, Milán, Roma... pienso en el "Charles de Gaulle", en Malpensa, en Fiumicino y Ciampino... en el aeropuerto del DF... empiezo a frustrarme un poco. Sigo pensando en el "AutoRes" de Salamanca, en el de Madrid, en la Tapo, en la Central del Norte... en el aeropuerto de Monterrey... pienso en la central de Querétaro, en la de camiones de Torrelavega, en la de Cancun, pienso en el aeropuerto de Frankfurt de Alemania y en la famosa puntualidad alemana... Nunca, nunca he perdido un vuelo, tren, autobús, burro, taxi, camello.. ¡nada! Ni la puntualidad europea había podido conmigo. Definitivamente no es la mejor manera de empezar mi semana.

Mientras voy considerando todo esto, enfilo por una calle. Veo a lo lejos un perro. Conforme me acerco veo que es inofensivo. Cuando creo haber superado el peligro, de debajo de una combi junto a la que paso, sale ladrando una perra. Se le une el primer perro y comienza la persecución. Pensando no sé en que cosa, me freno, doy la media vuelta y los encaro... los amenazo con una moneda de cincuenta centavos recogida previamente en la calle. Se frenan ellos. Ladran. Dan la media vuelta. Yo me alejo caminando de espaldas. Pasa un "Chevy".

Sigo mi camino aun más agobiado. No puede ser. Es lunes, son las siete treinta de la mañana y ya llevo tres al hilo. Pienso en que si así estoy empezando me puedo esperar una semana bastante durita.

Vuelvo a hacer cuentas mentalmente. Me doy cuenta que me he quedado sin dinero para la semana. No, definitivamente no estoy empezando bien la semana. Y todo comenzó por haber perdido el autobús... (continuará)

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